En un principio, el acervo del museo estaba formado por 311 proyectos de la compilación real, que incluía en gran medida las proyectos favoritas de los monarcas de los siglos XVI y XVII. “Sin metas enciclopédicas, aspiraba a reunir cuantas proyectos fuera viable de los artistas preferidos”, afirma Falomir. Por sus “puntos mucho más emotivos y sexys”, las pinturas de Tiziano fueron las primeras coleccionadas por los gobernantes, de tal manera que su obra fue el pilar de la colección en su etapa temprana. A lo largo de los meses de septiembre de 2020 a abril de 2021, el Museo Nacional del Prado hizo múltiples intervenciones para la reinstalación de sus salas 19 a 23 con el propósito de sugerir al visitante una visión renovada de una parte significativa de sus colecciones de arte europeo del siglo XVIII. Este espacio muestra en este momento una panorámica de la imaginación artística de aquella centuria a través del Madrid de entonces, en la medida en que capital de los reinos hispánicos y sede de la corte al paso que centro cultural de primer orden en el panorama occidental. En verdad, en palabras de Miguel Falomir, directivo de la pinacoteca, «su origen y poderosa singularidad debe bastante a los gustos de los monarcas de los siglos XVI y XVII.
Sin metas enciclopédicas, aspiraba a reunir cuantas proyectos fuera posible de los artistas preferidos. Ello enseña que del Prado se haya dicho que es un museo de pintores, no de pinturas, ya que los artistas representados suelen estarlo de manera superlativa, logrando preciarse de tener los mayores conjuntos de El Bosco, Tiziano, El Greco, Rubens, Velázquez o Goya, a veces con más de un centenar proyectos». Tiziano fue uno de los pintores preferidos de los monarcas españoles y, por lo tanto, es un pilar de la compilación del Museo del Prado.
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Su amplitud de miras se pone de manifiesto en la incorporación de proyectos de artistas inexistentes con el objeto de mitigar ausencias y lagunas. Rafael, Parmigianino o Correggio (cuyo «Noli me tangere» es una obra maestra tan hermosa como ignota) pasaron a colgar de las paredes de la pinacoteca. Tras la muerte del monarca colección del Prado, por fortuna, se transformaría en la mejor de Europa.
Al lado del enorme cuadro Doña Juana la Ida y su boceto, expuestos en la salón 75, estas proyectos dejarán al visitante llevar a cabo un paseo por su trayectoria como pintor de historia, la dedicación que le dio su mayor popularidad. Se celebra así asimismo el centenario del fallecimiento de este artista, que fue Directivo del Museo del Prado. Un 19 de noviembre de 1819 se inauguraba en La capital de españa el Real Museo de Pintura y escultura, un contundente edificio concebido por Juan de Villanueva para albergar el Gabinete de Ciencias Naturales. Aquel contenido distaba bastante de lo que hoy podemos contemplar al deambular por sus salas. Cuando se abrieron sus puertas estaban expuestas 311 pinturas todas y cada una ellas de autores españoles y 1.510 se hallaban almacenadas que proceden de los Reales Sitios. Había un único día a la semana pensado para visitarlo y se abría exclusivamente a quien presentaba una autorización o recomendación de alguna personalidad de la Corte.
Hacia 1750 Madrid, Museo Nacional del PradoBolonia fue el centro neurálgico de una especialidad muy escasa, el trabajo escultórico en cera, de enorme refinamiento y bien difícil catalogación, con 2 retratos atribuidos a Filippo Scandellari, que trabajó en múltiples pedidos para importantes individuos. Ambas obras estuvieron mucho más de un siglo en depósito, y se muestran restauradas por vez primera en el Museo Nacional del Prado. Estos retratos de cera tienen efectos de veracidad casi hiperrealista que además se fortalece gracias al uso de pelo natural, globos de vidrio para los ojos, hueso para los dientes, y textiles y metal para los ropajes y aderezos.
Por medio de esta pieza maestra, Velázquez dio un gran paso hacia el ilusionismo, una de las metas de la pintura europea en la Edad Moderna, así como dejó latentes numerosos datos. Entre ellos, referencias de gran carácter político, histórico y artístico de la época. Los misterios del paraíso, la vida terrenal y el infierno de El Bosco siempre y en todo momento embelesan a todo visitante. “El jardín de las exquisiteces” ofrece tanto aspecto con fuerte concepto que no es excepcional conocer algo nuevo toda vez que se admira. Pintado entre 1490 y 1500, el tríptico es la creación mucho más complicada y enigmática de El Bosco. Visualiza la inocencia, el destino y el pecado de la humanidad mediante una secuencia de figuras atrevidas, débiles y ensimismadas en la lujuria.
El Jardín De Las Exquisiteces (1490 – Del Bosco
Así que las incautaciones se generaron, la mayoría, entre los años de la Guerra Civil y el primer lustro de posguerra. ©Museo Nacional del PradoLa salón 22 evoca la llegada a España de Carlos III tras la abdicación del trono de Nápoles en su hijo Fernando y el comienzo del gusto neoclásico en la corte de La capital española merced a la presencia, entre otros creadores, de Anton Rafael Mengs. Este artista retrató tanto a la familia real española de entonces como a muchos de sus familiares en otras cortes de Europa, siendo ese la situacion del Fernando IV rey de Nápoles, bajo cuya efigie se ha preparado una consola del siglo XVIII, restaurada para esta novedosa presentación, afín a la pintada por Mengs en tal retrato. Las meninas es una representación matizada de la vida en la corte del rey Felipe IV de España. Esta obra representa un punto de cambio en la historia del arte por la manera en la que Velázquez rompió con los rígidos retratos formales típicamente relacionados con la realeza. Este enorme lienzo muestra a la infanta Margarita Teresa, la hija del rey, cercada por sus damas–las meninas, que dan nombre al cuadro–mientras que Velázquez aparece detrás de un caballete pintando su retrato.
Felipe II agradó de la pintura flamenca del XV –lo que enseña nuestras colecciones de van der Weyden, Memling y, sobre todo, el Bosco- y aún mucho más definitivo fue Felipe IV, quien no sólo encargó proyectos a ya citados Rubens, Velázquez y Van Dyck, también al español activo en Nápoles José de Ribera, a los franceses Nicolás Poussin y Claudio de Lorena, y a pintores italianos que contribuyeron a decorar sus múltiples viviendas. Procuró además de esto mitigar lagunas existentes, añadiendo a la colección artistas italianos del Renacimiento italiano no veneciano como Rafael, Parmigianino o Correggio. A su muerte la colección real de españa era la mejor de Europa y el modelo a imitar. El primer pintor coleccionado por los reyes, y el pilar sobre el que se erigió la colección real, fue Tiziano. Para Falomir, «la decisión tuvo consecuencias definitivas para el coleccionismo regio e inclusive para nuestra evolución de la pintura española. A Tiziano siguieron otros venecianos y aquellos artistas que aceptaron su legado, como los flamencos Pedro Pablo Rubens y Anton Van Dyck, y la predominación de unos y otros fue decisiva para la eclosión de la pintura de españa en el siglo XVII, con Velázquez a la cabeza».