Encontrar un recambio para ellas es tarea irrealizable. Si me hace falta alguno, lo tengo que fabricar yo mismo», prosigue orgulloso. Su vieja fragua y sus bienes son su rincón preferido de todo el mundo. Allí organiza también fiestas con amigos, para disfrutar y compartir todos sus logros como coleccionista. La pieza más cara de todas fue este yunque. Se encontraba empeñado en tener uno y lo cambié por 1.000 ladrillos viejos.
En ocasiones asimismo me he arrepentido de haber vendido una moto que tenía de 1955», confiesa. «Ahora, con la Guerra de Ucrania, me he acordado de que tengo una cartilla de los años 60 sobre defensa y protección atómicas. Igual vendría bien ofrecerle un repaso por si acaso…. No tiro nada, por el hecho de que tengo mucho lugar para guardarlo todo», concluye este cazatesoros. Tiene botellas de gaseosa de todas las marcas y años.
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De Yacimientos De Todo El Planeta
Otras, las he sacado del contenedor de la basura, todo hay que decirlo, pero yo… es que lo aprecio todo», dice este peñaflorino, que tiene apuntado en un cuaderno un catálogo con sus tesoros. «Los tengo enumerados, y cada cosa, con su nombre», cuenta orgulloso. Entre las piezas más curiosas de su compilación, Eustaquio resalta una muy particular.
«Todos los utensilios, por fáciles que parezcan, tenían su utilidad y su porqué. La más llamativa es una secadora de ropa que se constituye de cuatro aros de madera superpuestos. Se colocaba sobre el brasero para que las prendas escurrieran». Para Eustaquio, no hay mejor rincón en el planeta que su pequeño rincón etnográfico. Mi compilación es mi orgullo, es mi vida.
Visita Compilación Roberto Polo Centro De Arte Moderno Y Contemporáneo De Castilla-la Mancha (corpo)
También es muy curiosa una baldosa que encontré en un derribo y tiene grabada la Estrella de David y es del año 1763», prosigue. Las paredes de esta panera se usa para realizar un paseo por la historia del campo. Están repletas de horcas, tornaderas, bieldos, trillos, arados, vertederas y otros varios utensilios que, por la mecanización de las labores agrarias, han quedado relegados al olvido. Eustaquio no concibe que joyas, como pueden ser las aventadoras, arados o sembradoras, se queden descuidadas en las eras a la merced de la intemperie. En su panera llenan un espacio favorecido. «Mi pieza preferida es el arado romano.
«Sólo se hicieron 1911 unidades para todo el mundo y una de ellas, es la mía. Creo que solo me faltaría uno para tener la colección completa. Asimismo tengo una máquina Dalton de 1902 que ya imprimía en papel y a partir del año 1965 ya empezaron a ser electrónicas.
Él es diseñador industrial y de interiores, natural de Mérida y afincado en Valladolid desde hace 16 años, y tiene una enorme colección de calculadoras viejas. Todas y cada una ellas son piezas particulares por su extravagancia, su complejidad técnica y diseño, y que, pese a su antigüedad, son capaces de resolver problemas matemáticos en segundos. «Me encantaría llevarlas a algún rincón de la España Vaciada. Son muy poco comunes y ignotas en España», explica. «Ahora me estoy centrando un tipo de máquinas más pequeñas, ya que, me falta espacio para guardarlas.
Era de mi padre, y antes fue de mi abuelo. ¡Vete tú a saber cuántos años va a tener! «Parece patraña que con un aparato con cuatro palos enlazados se puedan llevar a cabo tantas cosas. Se labra la tierra, se arica, se escarda, se siembra… hace de todo. Antaño trabajábamos con lo poco que teníamos y con todas y cada una esas cosas, al final hemos logrado superar hasta los tractores», cuenta este con pasión coleccionista.